Techos y Mas
Está Bien — La Trampa de la Mediocridad
Buscamos atajos, queremos ahorrar tiempo y dinero, pero a la larga, esa mentalidad del "está bien" nos puede salir carísima.

Photo by Burst.
¿Cuántas veces has dicho "está bien" para salir del paso, aun sabiendo que en el fondo no era lo más correcto o conveniente? En el ajetreo del día a día, con la presión de entregar rápido y ganar más, es muy fácil caer en la trampa de la mediocridad. Buscamos atajos, queremos ahorrar tiempo y dinero, pero a la larga, esa mentalidad del "está bien" nos puede salir carísima.
Para ilustrar esto, recientemente me mudé a una nueva zona y fui invitado a una reunión de negocios. Al encontrarme sin tarjetas de presentación actualizadas, mandé el arte a la imprenta para que me imprimieran algunas y tenerlas conmigo en caso de que alguien me las pidiera. Bueno, al llegar a la imprenta, me di cuenta de que las tarjetas no estaban cortadas correctamente. Tal vez nadie más que yo se habría dado cuenta, pero al ver el error decidí no repartirlas. Mi reputación de calidad y excelencia me vale mucho, y no quiero que nadie tenga nada con mi nombre que no esté al nivel de excelencia que exijo. Sí, las tarjetas estaban bien, pero para mí, estaban mal.
En este artículo, vamos a explorar por qué la mentalidad de 'está bien' es perjudicial para tu negocio y cómo puedes evitar caer en la trampa de la mediocridad.
En el mundo de los negocios, esta trampa se ve a cada rato:
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Materiales "económicos": "Después de todo se ven casi iguales, ¿pa´ qué gastar más? El cliente ni cuenta se va a dar. Los compré en ganga y tuve que aprovechar." ¡Error! Piensa en las primeras lluvias fuertes: esas tejas baratas podrían fallar y dejar al cliente con goteras. Además, pueden ser propensas a agrietarse o decolorarse, lo que podría provocar costosas reparaciones en el futuro. Como dice Jim Collins en su libro "Good to Great": "Lo bueno es enemigo de lo grande. Y esa es una de las claves por las que tenemos tan pocas cosas verdaderamente grandes". No te conformes con menos; como dice Collins, lo bueno es la barrera hacia la excelencia.
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Detalles "sin importancia": "Ese clavo mal puesto en la teja no se va a notar, ya me quiero ir a casa, ya está bien esta vaina." ¡Error! ¿Y si esa teja se suelta con el viento y causa un daño mayor? O en un caso más extremo, pero posible, ¿qué pasa si un empleado tuyo deja unos clavos en el patio de un cliente y luego uno de sus chiquitos los pisa, se infecta y la situación se agrava? Ese "está bien" te puede costar tu negocio entero. Los pequeños detalles son los que marcan la diferencia entre un trabajo profesional y una chapucería. Dicen que el diablo está en los detalles, pero está mal dicho, la verdad es que Dios está en los detalles.
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Equipo "barato": En el negocio de los techos, esto se aplica tanto al equipo humano como al mecánico. Hablo de las herramientas, la maquinaria y, por supuesto, las personas. "Este chico cobra menos y siempre está disponible, aunque no tenga mucha habilidad para instalar tejas correctamente... con que tenga un cuerpo fuerte, está bien." Pues no, la verdad es que está mal. Por otro lado, "esa grúa es vieja pero hace el trabajo." Pero ojo, una grúa en mal estado no solo te costará en reparaciones, sino que también pone en riesgo la seguridad de tu equipo. Recuerda: invertir en un buen equipo, tanto humano como mecánico, es invertir en la seguridad, la eficiencia y el éxito de tu negocio.
Ahora bien, ¿cuáles son las consecuencias de caer en la trampa de lo barato?
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Mala fama: Si un trabajo queda mal, el cliente no se va a quedar callado. Y con el internet, las redes sociales... ¡la mala fama vuela! Adiós clientes, adiós reputación, adiós negocio.
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Triple gasto: Si usas materiales de calidad inferior o haces un mal trabajo, vas a tener que volver a hacerlo. Más materiales, más mano de obra y, por supuesto, más peligro. ¡Triple gasto para ti, menos ganancia! Ese "está bien" está supermal.
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Sin clientes, no hay negocio: Un cliente insatisfecho no vuelve, y encima le va a contar a todo el mundo lo mal que le fue contigo. Sin clientes, tu negocio se va a pique. Según un estudio del analista Esteban Kolsky, menos del 1% de la gente registra una queja formal al estar insatisfechos. Sin embargo, cada persona comparte su mala experiencia con 11 personas. Para agregar a este punto, un informe de American Express de 2017 indica que un tercio de los clientes abandonarían una empresa para siempre después de una sola mala experiencia. Está bien, mi querido lector, está mal.
¿Cómo escapar de la trampa?
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Calidad ante todo: Invierte en buenos materiales, aunque cuesten un poco más al principio. A la larga, te ahorrarás problemas y dinero. Los clientes buenos estarán dispuestos a pagar un poco más para recibir un nivel de calidad más alto.
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El mejor equipo: Contrata a gente con buen potencial y con experiencia si es posible. Pero si tienen buen potencial y usted cuenta con un buen sistema de capacitación y procesos que puedan seguir, la experiencia previa no es indispensable. A veces es preferible emplear a alguien con mucho potencial sin experiencia que a una persona con mucha experiencia pero indispuesta a seguir tus procesos o protocolos. Un equipo bien formado y motivado es más productivo, eficiente y está más comprometido con la prestación de servicios de alta calidad. Capacita a tu personal y asegúrate de que estén al día con las mejores prácticas.
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Ojo de águila: Las águilas tienen una capacidad alta para ver las cosas de lejos. Los sabios empresarios no solo ven lo que pasa en el momento, sino también cómo lo que pasa en el momento va a impactar al futuro. Ten ojo de águila en todo. Observa, analiza, anticipa. Esto te ayudará a identificar cualquier problema de forma temprana y a garantizar que el trabajo se complete con los más altos estándares. Si tu empresa ya es de un cierto tamaño, delega esto a alguien de confianza y experiencia. No dejes nada al azar. Tener visión no solo implica tener un sueño para el futuro, implica ver lo que los demás no ven en el momento.
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El cliente es rey: Escucha a tus clientes, atiende sus quejas y sugerencias. Un cliente feliz te trae más clientes. Como dicen Tom Peters y Robert Waterman en "In Search of Excellence": "Los clientes insatisfechos son tu mayor fuente de aprendizaje". No temas a las críticas constructivas, aprovéchalas para mejorar tus procesos y ofrecer un servicio aún mejor.
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Sistemas y procesos: Para que la calidad sea constante, necesitas buenos sistemas y procesos. Esto ayuda a garantizar la coherencia, reduce los errores y aumenta la satisfacción del cliente. Crea un manual de operaciones, implementa checklists, capacita a tu equipo, mantén a la gente responsable. Como dice el refrán, "la gente respeta lo que se inspecciona, no lo que se espera". ¡La constancia es clave!
Recuerda, la excelencia no es un destino, es un descubrimiento. Empieza hoy mismo a dar pequeños pasos hacia la mejor versión de tu negocio. No te conformes con "está bien". Busca siempre ser y hacer lo mejor porque es mejor para tí, para tus empleados y para tus clientes.
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